Mariano Mellino es la nueva figura convocante de la electrónica argentina. De eso dejará constancia este fin de semana, cuando se suba a las bandejas de Mandarine Tent, plaza por excelencia de la escena ubicada en Complejo Punta Carrasco (Av. Costanera Norte y Sarmiento). Si bien la fecha del sábado se convirtió en sold out 20 minutos luego de salir a la venta, aún hay entradas disponibles para el domingo. “Tuvimos que salir a buscarla porque quedó gente afuera. Ahí entendimos que nos están pasando cosas muy grandes. Nunca me imaginé algo así”, reconoce el productor y DJ sobre un evento que reunirá a 8 mil personas en cada jornada. “Es un sueño. Miro para atrás, y me pongo a ver el lugar de donde vengo y la historia que construí. Esto tiene que ver con el cariño que me tiene la gente. Me dan lo mejor para bailar conmigo y acompañarme”.

Audioholics es el nombre que contiene a esta ceremonia de la música orientada a la pista de baile. Comenzó como el radioshow del artista bonaerense (es originario de Villa Madero), pero luego tomó entidad de fiesta. “Ahí puedo transmitir lo que me gusta de un evento: desde la música hasta las visuales, pasando por los artistas invitados”. A propósito de esto último, Folgar se encargará del warm up el primer día, mientras que Maxi Degrassi estará con la previa el domingo. En la antesala de esta edición, Mellino fue parte del reciente Lollapalooza, y, acto seguido, realizó una mini gira que lo llevó por Barcelona. Amsterdam y Glasgow. “Soy muy fanático del trabajo”, advierte. “Puedo ser un buen pibe, pero la gente está pagando un ticket para ver al mejor artista. Y la manera de hacerle honor a eso es que se encuentren con la mejor versión de mí en el escenario”.

-Cuando preparás un set, ¿te es indistinta la idiosincrasia del público?

-Siempre hago un estudio de donde me voy a presentar. Hablo con el promotor, y pregunto qué está sonando y lo que el público está acostumbrado a escuchar. Como DJ y artista, lo que quiero es comunicar felicidad. Ser dinámico también es muy importante, sin perder los valores o el espíritu musical que cada uno lleva. Pero tenés que entender que hay escenas muy diferentes entre sí. Las primeras veces que fui a la India, por ejemplo, tuve que poner un sonido más efectivo y fácil de interpretar. Si llegaba con progressive house, no iban a entenderme. Cuando voy a Japón, sé que allá el sonido es más duro y fuerte, entonces pongo música más agresiva.

-¿Y cómo es hoy el sonido que les gusta a los argentinos?

-Acá tenemos la ventaja que todos los géneros de la música electrónica funcionan. El público es muy entusiasta, a diferencia de otros lugares.

-¿Ese identikit también atraviesa a tu público?

-Pronto cumpliré 20 años de carrera, que me llevaron a recorrer todos los rincones del país. Eso me permitió armar mi plataforma de fans. Con ellos puedo experimentar un poco más. Hace un tiempo que vengo levantando la intensidad en mis sets. De hecho, estoy poniendo melodic, lo que abre aún más mi sonido. Esto no quiere decir que me esté alejando del progressive house, que es el género que hice toda mi vida. Me sigue pareciendo inteligente, atmosférico, melódico e introspectivo.

-En tus actuaciones en vivo, ¿qué formato te gusta más: DJ set o live set?

-No hago live set. Debo haber escuchado 600 o 700 temas para los Audioholics que estoy preparando, de los cuales quedarán 100, o quizá menos. En mis sets en Mandarine (cada uno tendrá una duración de 5 horas) pasaré música distinta. Mi ritual arranca con la selección musical. Después, más que hacer un live set, me gusta producir en mi estudio.

-Entonces no sonará “Never Enough”, el último track que produjiste.

-No sabemos. El tema es que ese track cerró mi último Mandarine (lo firmó junto a Folgar). Y la verdad es que siempre me gusta poner cosas nuevas. Pero habrá otras sorpresas.

-¿Solés usar tus sets para probar los tracks que estás produciendo?

-Sí. De hecho, tengo pensado que suenen un par de tracks nuevos que acabo de terminar. Uno de ellos saldrá por Renaissance Recordings y otro lo venimos guardando desde hace tiempo. Va a ser una bomba.

Renaissance Recordings es un sello discográfico británico a través del que Hernán Cattáneo publicó varios compilados en los 2000 y la década pasada. Más allá de la coincidencia, el prócer argentino de las bandejas es el gran referente de Mariano Mellino (junto con otros héroes de la música house del calibre de Nick Warren, John Digweed, Sasha y Danny Howells). Y hoy se lo considera uno de los principales herederos de su legado. “Lo que busco de Hernán es absorber todo lo mejor que tiene porque tengo la suerte de que, además de ser amigo mío, es mi ídolo”, afirma quien compartió cartel con el originario de Caballito recientemente en Amsterdam y Glasgow. “Que yo quiera aprender de él no quiere decir que yo sea el próximo ni que sea su heredero. Es imposible superar todo lo que ayudó a construir. Está bueno que cada cual tenga su carrera y su público”.

-A pesar de tu respeto y humildad, parece imposible de frenar el mote de que sos “el nuevo Cattáneo”.

-Es un honor que me comparen con él y que consideren que soy el próximo Hernán. De mi lado, sería una falta de respeto comparar su carrera con la mía, tomando en cuenta que él tiene 40 años trabajando y además tuvo que hacer mucho porque cuando comenzó todo era muy difícil. Hoy tenemos accesos a las redes sociales, lo que ayuda un montón a que nos conozcan. Cada cual tiene su propia historia y eso es lo más lindo. La mejor devolución que se le puede hacer es creer que el próximo Hernán somos todos los que integramos esta escena.

-¿Qué sentimiento te provoca el culto que existe en torno al DJ?

-Soy consciente de lo que genero. No soy reacio a eso. Todo lo contrario: me encanta. Cuando toco, observo cómo la gente me mira o me sonríe. Lo que me gustaría transmitirles, aparte de la empatía, es que entiendan que no soy diferente a ellos. Pero no me subo a la nube ni a la postura de rockstar. Soy un pibe de barrio que aprendió a poner música y eso se transformó en su pasión. Hoy por hoy, soy feliz porque puedo vivir de lo que me gusta. No me olvido de dónde vengo ni tampoco de que el público que está ahí juntó hasta el último pesito para comprar la entrada. Justo porque soy consciente de eso, al momento de subirme a las bandejas soy capaz de pasarte por arriba.