Tras descorchar en 2023 los festejos por los 30 años de su disco debut, este sábado 6 de abril en Artlab (Roseti 93), a las 20, Juana La Loca continúa celebrando a Electronauta. Aunque en esta ocasión lo hará con un recital que no sólo conectará ese pasado glorioso con su lúdico presente, sino que también pondrá énfasis en una propuesta conceptual. “Será un show explosivo basado en una producción audiovisual”, adelanta Rodrigo Martín, cantante y compositor de la banda. “Cada tema tendrá su propio relato en imágenes. Queremos trasmitir polisensorialidad”. Lo que además dará pie para la filmación de su próximo video. Si bien la intención inicial era hacer un registro para su tema “Endorfina”, que da título a su nuevo álbum, el frontman abrió el juego hacia el resto de las canciones del flamante repertorio: “Se me ocurrió que lo elija la gente. Hasta el día del show se podrá votar”.

Pese a todo el tiempo que transcurrió entre el mítico trabajo introductorio y la última producción (lanzada en 2022), el espíritu y la estética musical de los músicos de Temperley se mantienen impolutas. “Seguimos tomando riesgos y atados a una misma fórmula, más allá de si fue o no exitosa”, justifica este paladín del rock alternativo local. “Aunque en la forma cada disco es diferente al anterior, la esencia y el concepto se reiteraron a lo largo de nuestra carrera. Eso se debe a la no conformidad, a la búsqueda permanente del ingrediente novedoso que caracterice a lo que hacemos como algo único e irrepetible. Preferimos la pregunta a la respuesta. Ahí reside el conocimiento”. Y Martín, que prepara la salida de Tramas (libro dedicado a la narrativa), añade: “Ese no poder detenerte, esa transgresión continua de los esquemas instituidos, en algún punto, es un comportamiento adictivo”.

-A propósito de esto último, muchos expedicionarios contemporáneos a vos terminaron naufragando ante tanto deseo de novedad. Tras ayudar a instalar un nuevo orden en los años 90, lo que no es poco, ¿no padecés esa compulsión?

-Cuando yo abandono el planeta donde nazco y busco crear otros, lo que estoy haciendo es transgredir lo que se espera de mí. Intento subvertir la regla de adaptación.

-¿Hasta qué punto vale la pena inmolarse?

-No creo que sea una inmolación. No me estoy sacrificando en pos de nada. Todo lo contrario: estoy yendo en pos de… En mi caso, no es un sacrificio, sino mi manera de existir. Y lo mejor es que, tras alcanzar el objetivo, permanezco vivo para disfrutarlo. Igual, la satisfacción dura un rato. Luego salgo disparado a buscar otra.

-El álbum Endorfina pareciera centrarse en eso. Aunque, a manera de antecedente, abordaron la exploración del placer en el EP Alucinaciones y en canciones como “Pastillas para el dolor”.

-Al esgrimir determinado tipo de creación, que en este caso son un disco y canciones, y lo hacés público, creo que está implícita una responsabilidad artística. Y con esto me refiero a la coherencia, la honestidad y la constancia. Cuando genero una canción en la soledad, me pertenece. Una vez que la doy a conocer, ya no es sólo mía. Hay alguien que la reinterpreta, la resignifica y hace que estalle en mil esquirlas. Ahí la canción es compartida. Ese proceso de retroalimentación me produce una sensación química íntimamente relacionada con la descarga que produce el cerebro en esa circunstancia. También lo generan el sexo, una comida, un vino y la actividad física. Millones de cosas. Si el disco se llama Endorfina fue porque experimenté esa sensación al momento de gestarlo y producirlo. Investigué mucho sobre la estimulación armónica.

-¿A qué te referís?

-Me di cuenta de que estimulando ciertos armónicos por los cuales están compuestos los sonidos podía adquirir una sensación de brillo. Una ecualización común está conformada por agudos, graves y medios. Pero la estimulación armónica trasciende la ecualización común. Transgredí el terreno de las ideas y de los anhelos al volcarlo en algo palpable. Eso me generó muchísimas endorfinas e intenté transmitir eso a quien lo está reinterpretando.

-Si antes se buscaba estimular las endorfinas, a la sociedad occidental se le fue la mano de tal manera que hoy intentan aplacarlas e incluso inhibirlas. Sobre todo tras la pandemia. En tu caso, ¿qué inspiró el disco?

-El disco está inspirado en esa búsqueda frenética de imprimirle una característica completamente nueva. Pero también estas canciones son una contestación o una expresión rebelde contra el encierro y la catástrofe que planteaba la situación planetaria. Yo tenía dos opciones: derrumbarme o generar algo en medio de la desesperanza.

-Musicalmente, estos temas siguen sonando a Juana La Loca. Siguen bebiendo del rock británico de los 90.

-Esas ideas fundacionales de comienzos de los 90 se recuperaron hoy día. No se ataron a una moda. Tampoco cumplen los requisitos urgentes del consumo inmediato. De todas formas, no asocio a Juana La Loca con la movida Madchester. Soy mucho más afín a discos como Psychocandy (obra maestra de la banda escocesa The Jesus and Mary Chain, publicada en 1985), planteado dentro del caos sonoro. O soy más próximo al disco The Man-Machine, de Kraftwerk.

-Pero en el imaginario del rock argentino ustedes son considerados embajadores locales de esa escena.

-En lo particular, me encantan The Stone Roses y Happy Mondays. Lo que compartimos con Madchester es que tenemos las mismas influencias, porque somos contemporáneos. Todos nosotros, probablemente, ya habíamos escuchado a la Velvet Underground. En Juana La Loca, la popularidad o la masividad no está contemplada como objetivo a la hora de componer. En todo caso, la aceptación popular tiene que ver más con una elección del que la escucha.

-Y la gente eligió “Sábado a la noche”, que pasó a convertirse en uno de los himnos post estallido social de 2001, al lado de, por ejemplo, “Loco un poco”, de Turf. ¿Cómo ves esa canción en retrospectiva, en una época en la que está latente el “fantasma del helicóptero”?

-Esa canción comparte similitudes con la creación de Endorfina, porque también fue concebido en otro momento crítico. No político, pero sí social. Tal vez las crisis sean como esa sopa primitiva que engendró el organismo multicelular. Si es que Darwin está en lo correcto.