Desde Barcelona

UNO Rodríguez leyendo con sus ojos nueva biografía de Lou Reed mientras con sus oídos escucha "New Age", canción de The Velvet Underground. La nueva biografía se titula Lou Reed: The King of New York y no es la primera que leyó Rodríguez. En sus estantes ya están la más contracultural de Victor Bockris de 1995 y posteriormente puesta al día (Bockris también dedicó otro volumen a la Velvet); la más bien liviana y sintética de Mick Wall en 2013; la casi muy malintencionada y explorando el wild side y el pésimo carácter del hombre de Howard Sounes en 2016; y la más amigable y próxima de Anthony De Curtis en 2017. Pero la que ahora lee Rodríguez está firmada por Will Hermes: autor de Love Goes to Buildings of Fire, exploración a fondo y a todo volumen y panorámica del panorama musical de Manhattan entre los años 1974 y 1978. Y la de Hermes no sólo es la mejor ecualizada de todas sino, además, la primera con pleno acceso al Reed Archive de la New York Public Library. Y qué bien que escribe y cuenta y explica Hermes la vida oscura y obra luminosa y humor podrido de Lewis Allen Reed. Y cómo Hermes hace comprender que (dislexia y electroshock y bisexualidad y furia y sensibilidad y amor y traición y Shelley Albin y Nico y Rachel Humphreys y Sylvia Morales y Laurie Anderson y drogas durísimas y suave tai-chi chuan y Delmore Schwartz y John Cale y Andy Warhol y David Bowie y Brooklyn y Long/Coney Island y New York y perfect day y goodnight ladies) sus buenos motivos tenía para ser un mal tipo de confuso y confundido y complicado y complicador. Porque, claro, no debe ser sencillo haber estado al frente de la que hoy se considera la banda más influyente junto a The Beatles sin que nadie le llevase el menos apunte durante sus años en activo. Y que, tiempo después, intentando una y otra vez apuntalar una carrera solista, The Velvet Underground, redescubierta y honrada y amada, volviese sobre Reed como fantasma de Navidades pasadas. Digámoslo así: a los Beatles les fue mucho mejor mientras estuvieron juntos y les sigue yendo muy bien por separado. Digámoslo así, se dice Rodríguez: hasta donde él sabe no hay ninguna de las muchas canciones desaparecidas en no-acción de la Velvet con la que algún productor estrella esté planeando ponerse a jugar con una ayudita de Inteligencia Artificial y todo eso.

DOS Y qué bien que suena la transformadora y sentimental "New Age" en Loaded, en 1970, donde también se apuntan "Sweet Jane" y "Rock and Roll". Y (aunque no la cante Lou Reed sino su por entonces torturado aprendiz/clon Doug Yule, aunque sí la cante Lou Reed en alguna vital versión en vivo y con letra cambiada y ya no sobre una actriz en su próximo crepúsculo luego de protagonizar películas inexistentes sino acerca de una ex novia en el espejo siempre retrovisor del cantautor) qué bien que resuena "New Age" en estos últimos días del año, con esa mezcla perfecta de esperanza por lo que vendrá y tristeza por lo que pasó y desconcierto por lo que está pasando. Ahí, en el televisor, en voz baja, lo mismo de siempre: tertulianos discutiendo acerca de la poco ocurrente Derecha y de los inamovibles independentistas y del último "cambio de opinión" de Sánchez (queda claro que el hombre, autoproponiéndose como avenger planetario, no va a dejar de dar guerra hasta conseguir su Nobel de la Paz) y de quien, también, se analizan esos trajes casi fluorescentes y púrpuras que lo hacen lucir como The Joker antes de que le claven una sonrisa eterna o Prince sin saber aún que todo ascensor que sube también baja. (Y, por las dudas, insisto, porque pareciera que de tanto en tanto hace falta hacerlo: yo no soy Rodríguez, ni español de nacimiento, ni publicista ni divorciado, ni me ocupan/preocupan tantas cosas; lo que no impide el que él y yo --con excepción de lo de Bob Dylan, a quien Rodríguez detesta-- compartamos muchos buenos gustos musicales.) Así aquí, en una "New Age" y en otra "New Age" se sigue el ocaso de una actriz gorda y de Frank & Nancy y se le canta a eso de estar esperando a que suene el teléfono (y tal vez enterarse de que alguien se murió y alguien se casó), y al subir una colina y cruzar un puente buscando el amor porque, honey, yo iré corriendo hacia ti cuando me quieras porque algo que no se sabe que es atrapa. Y, sí, es el principio de una Nueva Era.

TRES Y, claro, Rodríguez propone aquí todas las posibles versiones de "New Age" que anden flotando por ahí como la mejor posible postal findeañera. Y, claro, en las pantallas grandes todo es euforia de unos pocos quienes se salvaron por azar de lotería y en las pantallas pequeñas todos esos mensajitos/simbolitos bienintencionados que antes se decían de viva voz. Y Rodríguez apaga todo ese vacío para seguir cargándose con la Velvet. Y ahora es el turno de esa casi gemela de "New Age" que es "Oh! Sweet Nuthin'". Otra ideal para fin de año o principio de lo que sea. Esa dulce nada a la que se espera dejar atrás, caminando con la vista baja y sin ya tener nada. Y, ay, muchos recién la habrán oído pero no escuchado por primera vez en un episodio de Loki (y puesto a aplacar A.I., Rodríguez propone que esta se dedique exclusivamente a escribir guiones para la Marvel o la DC, porque está claro que los humanos que se encargan de la tarea ya no tienen la menor idea de cómo unir tantos hilos sueltos y desenredar tantos nudos argumentales y...). En cualquier caso, se entera Rodríguez, una de las "nuevas tendencias" más tendenciosas de los jóvenes es la de ver las películas ya no enteras sino fraccionadas en TikTok "convertido en un escaparate para consumir nuevos títulos y clásicos de forma distinta".

Y, sí, piensa Rodríguez: en el final era el Verbo y el Verbo era consumir en todos los sentidos del Verbo.

CUATRO ¿Y será este el principio de una Nueva Era y, de ser así, cómo llamarla? Ahora sigue sonando Reed & Co.; pero Rodríguez lee una artículo de Kyle Chayka en The New Yorker acerca de cómo bautizar a los tiempos en los qué vivimos y acerca de cómo llamar a un era "caracterizada por la más extrema de las incertidumbres". Claro que --para encontrar el nombre sino justo al menos justiciero-- tienen que pasar unos cuantos años y así es como la Edad Media no fue tal hasta que se tuvo cierta perspectiva renacentista e industrial y moderna... Pero Chayka insiste y propone opciones a la vez que consulta a especialista en lo geo-crono-político: los Terribles Veintes, el Largo 2016, la Era de la Emergencia, el Chthulusismo, Guerra Fría II, El Tiempo de los Monstruos, Nueva Edad Oscura, el Desquisiamiento, el Gran Incendio, La Policrisis, El Jackpot, o la Idiotistoria. Finalmente, Chayka se lo pregunta al ChatGPT. Y recibe opción obvia (La Época del Desorden), optimista (El Renacimiento Resiliente) o inevitablemente autorreferencial y autosatisfecha (La Ascendencia Algorítmica), pero --apunta el autor-- nada muy creativo o inspirador. Y concluye Chayka: "Tal vez lo que da más miedo es que nuestra era ni siquiera sea digna de tener nombre y que sólo nos quede pasarla y sobrevivirla".

Una agridulce nada, sí.

 

Mientras tanto y hasta entonces Rodríguez --hombre viviendo durante el Rodríguezismo-- sigue escuchando "New Age" y algo lo atrapa y no sabe qué es y, mucho menos, aunque lo llame a él, cómo se llama.