Prefiero recordar la mañana del 31 de agosto de 2010, cuando bajo los efectos de los festejos del Bicentenario y la lucha inclaudicable de los organismos, la Corte declaró inconstitucionales los indultos de Carlos Menem de 1989 y 1990, con el que se perdonó a jerarcas de la dictadura, jefes guerrilleros y de las rebeliones carapintadas. Sí: hacer un salto en el tiempo y recordar esa mañana de 2010 hoy, cuando las sombras tenebrosas del pasado de impunidad se agitan en este presente en que los argentinos acaban de elegir para gobernar al ultraderechista Javier Milei y su vicepresidenta, ambos negacionistas de la dictadura. Esto es recurrente en la historia argentina. Cada tanto- así fue con la dictadura de 1976, durante el alfonsinismo y en los 90 con el menemismo- las crisis de hiperinflación habilitaron a la casta dominante a perdonar a violadores de derechos humanos, estafadores, ladrones de toda laya mientras saqueaban el Estado. Igual que hizo Nicolás Caputo, ministro de Economía de Macri y ahora de Milei, que nos endeudó en miles de millones de dólares que deberán pagar generaciones de argentinos. Prometen volver a hacerlo. ¿Quién rendirá cuentas por el nuevo saqueo que llevará vidas, bienes, recursos naturales y libertad?