Tres módulos y tres actrices conforman Manual de urbanidad para jovencitxs, la nueva obra escrita y dirigida por Luisina Sclavi con actuaciones de Gimena Cos, Rocío Busca, Adela Buendía y música original de Dfrancesco. Un sótano minimalista para transmitir al ciberespacio, cambios de vestuario frenéticos, herramientas mecanizadas por tutoriales de seducción, la modelación de los cuerpos, las sonrisas impostadas y las feminidades coreografiadas cobran protagonismo en una obsesión por comportarse, venderse y volverse trending topic para sostenerse en la marea cibernética autoexplotadora. 

Por medio de acertadísimos pasos de comedia, situaciones eróticas y bizarras junto a un estar y poner el cuerpo hasta el agotamiento y más allá, el “Manual” que transcurre entre ropas de cuero, luces de neón y fetiches que van desde el desnudo hasta el látex tiene como marco los límites del teléfono celular, y por base, dos libros o dos “manuales” clave para la construcción de esta pieza. 

Tal como lo cuenta su directora, el proceso de dramaturgia, puesta en escena y trabajo actoral comenzó con la experimentación de uno de los dos materiales que funcionan como pilares ineludibles de esta experiencia: Diálogo de Cortesanas y Manual de Urbanidad para jovencitas del novelista erótico y poeta francés Pierre Louÿs. Se trata de un compendio en formato díptico que “aconseja” sobre el comportamiento social y sexual de las jovencitas cortesanas de finales del siglo XIX, políticamente incorrecto, corrido de toda norma e irreverente para la moral de aquella (y de esta época). Allí las situaciones hipersexualizadas y el lenguaje directo abundan con un tono transgresor que recuerda al Marqués de Sade, transitando desde la descripción de las escenas sexuales más bizarras hasta los tips de cómo comportarse en la mesa, en la escuela, en la iglesia o en los deberes que deben rendir las jóvenes y niñas a sus mayores. 

El otro texto, muy diferente al anterior pero complementario al tutorial tramado por Luisina Sclavi y compañía, son los Primeros materiales para una Teoría de la Jovencita, escritos por el colectivo filosófico y fantasmático francés Tiqqun en la primera década de este siglo, que retoma las luchas olvidadas por las vanguardias del siglo XX para desarticular todo proceso de explotación social, “la insoportable propiedad de los cuerpos”, el dominio laboral y económico o, parafraseando a este texto crucial, para romper con el sujeto moldeado por la Primera Guerra Mundial que se creó como una respuesta explícita a la amenaza revolucionaria, y que es ahora el encargado de crear su propia cultura, su ocio, su medicina, su urbanismo, su educación sentimental y sus costumbres con una necesidad imperiosa de renovación perpetua.

Entre la irreverencia incómoda y desbordada de Pierre Louÿs, y la incomodidad irreverente de la exposición de los límites humanos-maquinales que retoma Tiqqun para denunciar nuestra vida-show en la sociedad del espectáculo, el Manual de urbanidad para jovencitxs actualiza, ironiza, se ríe de ellxs mismxs, de estos textos y de nuestra época, buscando quizás en las potentes herramientas de la comedia una necesidad de tomar conciencia sobre los cuerpos-mercancía, la felicidad-producto, el erotismo-filtrado, el placer-autómata, la satisfacción-mercado que nos atraviesa. 

Con un desarrollo escénico que constituye, como la vida capitalista, un tour de force para sus protagonistas, la obra provoca, escapa a sus límites, interroga permanentemente, genera empatía y alerta con inteligencia y sin concesiones sobre la puesta en escena mecanizada del deseo y el consumo irrefrenable del orgasmo empaquetado. Su mayor virtud es, sin lugar a dudas, que nada de eso ocurre bajando un discurso aleccionador, sino que, al contrario, transcurre mientras todo ocurre con el juego, la complicidad y la comedia, que no descansa desde el arranque. 

Será que el show debe continuar eternamente, o como señala Tiqqun en el manual de referencia citado, “Todo el mundo del Espectáculo es un espejo que devuelve a la Jovencita la imagen de su ideal”, allí donde “Jovencita” significa el cuerpo femenino construido por el patriarcado y sus conveniencias, históricamente explotado y ultrajado por sus siniestros mecanismos de poder.

Funciones: viernes a las 23 en Fandango Teatro, Luis Viale 108.