Seis personas testificaron ayer en la continuidad del juicio oral y público que en el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de Salta se sigue contra el empresario Marcos Jacobo Levin, el civil José Antonio Grueso y el ex comisario Víctor Hugo Almirón por los secuestros y torturas cometidos a principios de 1977 en perjuicio de 17 trabajadores de La Veloz del Norte, empresa que por aquella época pertenecía al empresario. 

De las seis, cinco son testigos víctimas, ex empleados de la transportista, todos afiliados a la Unión Tranviarios Automotor, que en enero de 1977 fueron detenidos ilegalmente y torturados en la Seccional Cuarta de la Policía de Salta, y obligados a firmar, ante el juez Jorge Alberto Trincavelli (f) "confesiones" falsas responsabilizándose de un supuesto fraude a la empresa. La frase del título, dicha por Aurelio Rada, sintetiza estos relatos. La sexta testiga, una vecina de la Comisaría Cuarta, dio cuenta de los ruidos de golpes y los gritos de dolor y pedidos de ayuda que provenían de la dependencia policial, que en la última dictadura cívico militar funcionó como centro clandestino de detención y torturas. 

En general, los testimonios de los ex trabajadores ratificaron la colaboración estrecha que se prestaban la transportista y la Policía de Salta. Y coincidieron en que fueron torturados en una "pieza" ubicada en el fondo de la Comisaría, con los ojos vendados, atados a camas cuchetas con colchones mojados, donde eran picaneados, y golpeados. Para tapar sus gritos encendían una motocicleta y una radio. 

El primer testigo de la jornada, Jorge Francisco Delaloye, declaró por videoconferencia desde Tucumán, donde reside. En 1977, con Carlos Pereira, Miguel Zelarrayán y los hermanos Emilio y Humberto Bórquez, integró un grupo de cinco empleados de La Veloz que fueron detenidos en aquella provincia, por dos hombres de la Brigada de Investigaciones de la Policía tucumana que le dijeron que era "un pedido del dueño de La Veloz del Norte". Fueron llevados a la sede de la Brigada y luego transportados a la ciudad de Salta en un colectivo de la transportista, con dos policías de Salta que los custodiaron hasta la Comisaría Cuarta, donde fueron recibidos por el propio Levin y Grueso, que era jefe de Personal, y era, en palabras del testigo, "el que digitaba todo, mandaba todo en la empresa", y que había elaborado la lista de personas a detener. 

Delaloye recordó que miembros de la Policía de Salta andaban siempre en un Ford Falcon celeste que era de la empresa. Contó que en la tortura le preguntaron por Víctor Cobos, que era delegado de la UTA en La Veloz del Norte y que también fue detenido y torturado, y también por el titular del gremio en Tucumán, Enrique Vázquez. Sobra la motivación para someterlos a este trato, interpretó que pudo deberse a que en las reuniones del sindicato también se hablaba de política "y eso ellos (los ejecutivos de La Veloz) no querían". 

Aseguró que los cinco detenidos en Tucumán fueron torturados, particularmente Pereira, que era delegado de la UTA en Tucumán. Y, ya en general, sostuvo que algunas de las personas detenidas "quedaron muy mal" por la tortura que sufrieron. 

Delaloye contó asimismo que una vez en libertad y ya en Tucumán, Levin los citó a su oficina para hablar con cada uno de ellos por separado y los amenazó: les dijo que debían renunciar o les iba a pasar lo mismo otra vez. Y renunció. 

El testimonio de Aurelio Rada desencadenó un cruce entre la fiscalía, que intentaba no preguntar sobre la tortura que sufrió para no caer en revictimizaciones, y el defensor oficial Federico Petrina, que reclamaba el derecho de preguntar libremente enrostrándole a la fiscalía que ella había solicitado este testimonio. "Hemos entrado (a la pieza del fondo en la Comisaría), me han hecho desvestir, me han tirado en una colchoneta y me han empezado a picanear", contó Rada que lo torturaron hasta que alguien abrió la puerta (lo que percibió a pesar de la venda por la entrada de luz) y preguntó: "a quién tenés ahí". "A Rada", respondió el torturador: "No, ese no tiene nada que ver", dijo la voz, y así se detuvo la tortura. 

Rada también contó que vio a Grueso en la Comisaría, dijo que era el jefe de personal y que diagramaba los viajes y aplicaba sanciones. Después, recordó que antes de liberarlo lo revisó un médico, aunque "la picana no deja huella", "pero las huellas quedan aquí", dijo señalándose la cabeza. 

Una persona recuperable 

Carlos Lídoro Aponte tenía 24 años y hacía menos de un año que trabajaba en La Veloz cuando fue detenido en la Cuarta, donde se había presentado después de que su madre le avisara que había ido a buscarlo la Policía. También fue torturado y su recuerdo más vívido pasa por el ruido del motor que encendían para ocultar sus gritos. En esa "pieza oscura" estaba otro compañero, Juan Alberto Alonso, "lo tenían tirado ahí y se veía que también lo torturaban, por la lucecita de la picana". 

Después de la tortura fue llevado ante el juez para que firmara una "declaración" ya confeccionada, que no pudo leer y sin la presencia de un abogado. Al principio se negó, el policía que lo llevó al calabozo amenazó con matarlo, y al final tuvo que acceder. Todo ese acto frente al juez fue también una tortura, lo obligaron a desnudarse delante de todos para que lo revisara un médico que previsiblemente "ha dicho que no tenía nada", ningún rasguño. 

También él vió a Levin y a Grueso en la Comisaría, en su caso los vio la noche de su detención, ingresando a la oficina del comisario, ya a deshoras de la noche. Aponte fue uno de los que recordó con mayor claridad la presencia policial en La Veloz del Norte, "se movían en los vehículos de la empresa. (El subcomisario Víctor Hugo) Bocos era el que hacía y deshacía todo ahí". Bocos ya fue condenado por la detención ilegal y las torturas a Víctor Cobos y en este juicio, sobre hechos referidos a otros trabajadores, fue apartado debido a su estado de salud. 

Cuando por fin fue liberado Aponte tuvo un agrio intercambio con Levin, al ir a dejar la ropa de la firma: "Me dice Levin que yo era una persona recuperable porque era joven". "¿Recuperable de qué?, yo no he hecho nada malo", respondió antes de dejar las mudas e irse. 

Aponte cree que el ensañamiento con ellos no fue solo porque eran afiliados a la UTA, sino porque eran de la rama peronista del gremio. 

Sebastián Lindor Gallará fue detenido en General Güemes y trasladado a la ciudad de Salta en el Ford Falcon celeste, también fue torturado y también ratificó la presencia policial en la empresa. 

Ciriaco Nolberto Justiniano fue detenido en la misma empresa y llevado a la Cuarta, donde fue torturado. El también dijo que había policías constantemente en La Veloz, "al señor Bocos se lo veía siempre en la empresa, incluso andaba en el auto de la empresa".  

Cincuenta años de prácticas terroristas 

Herminia Puppi fue la única testiga de ayer que no trabajaba en La Veloz del Norte. Su testimonio se incorporó a este proceso recién en 2015, cuando se acercó a exponer lo que desde su casa, vecina a la Comisaría Cuarta, escuchaba a diario, los ruidos de los golpes y los pedidos de auxilio de las personas torturadas. 

En 2015, en el juicio por los delitos cometidos contra Víctor Cobos, el tribunal inspeccionó el inmueble donde por 50 años funcionó la Comisaría Cuarta. Puppi se acercó entonces a relatar lo que había escuchado. "Era sistemática la forma de tratar del personal de la Cuarta en ese momento a las personas detenidas", relató. "Era tremendo escuchar los golpes, los pedidos de ayuda". Ella también recordó que para tratar de tapar esos sonidos la Policía encendía un motor y ponía música a alto volumen. Como vecinos, "no lo hemos pasado bien" en los 50 años que la Comisaría funcionó al lado, siguió. 

Aunque por en 1977 Puppi era docente en Las Lumbreras, recordó que volvía los fines de semana, así que también en ese año escuchó los ruidos de la tortura.