La Colección Fortabat acaba de inaugurar la exposición Mutaciones sobre verde, de Ariadna Pastorini, con curaduría de Laura Casanovas.

El cuerpo está en el origen de la escultura y de la moda. Vestirse es taparse, cubrirse, abrigarse, protegerse; también es mostrarse, diferenciarse; o puede ser los contrario: pasar inadvertido.

En las “foto performances” o “esculturas efímeras” de Ariadna Pastorini, las telas y el cuerpo se relacionan en parte con aquellos modos antes listados, aplicables a la vestimenta, pero al mismo tiempo los exceden.

Pastorini convoca a artistas en un gesto cómplice para hacerlos jugar, con un telón verde de fondo. Y las telas se transforman en ropa, en protección, en escondite, incluso en refugio, en carpa. Quizás la combinación a veces se puede confundir con un mueble.

La costura, la moda y los accesorios tienen que ver con la historia familiar de Pastorini quien, mediante el uso de colores, texturas y tramas, combinados de maneras insólitas, con humor y de un modo fulgurante, transformó la moda en antimoda o en otra cosa.

Tal como escribe la curadora Laura Casanovas: “Pastorini recurre a telas desde el inicio de su carrera artística por el potencial transformador, debido a su carácter blando, y a los desafíos planteados al sentido del tacto. Ellas permiten traslados, armados y desarmados sencillos para transitar por múltiples espacios, siendo siempre distintas en tanto resultado de una composición variable. Se anudan, sostienen, pliegan, abultan, mimetizan. Y generan comunidades en dos sentidos: al no reconocer jerarquizaciones respecto de calidades más o menos valoradas (lycra, raso, friselina, seda, polyester, cuerina, lona, peluche, vinilo coexisten en igualdad de condiciones) y al convocar a otros a ser parte”.

Hay una escena inicial, que la artista revela, y que podría pensarse como fundante en su trabajo: “Me contó mi mamá que cuando yo era niña me encantaba envolver objetos de la casa que después escondía. Y todos se ponían a buscar… “¡¿Dónde está la llave?!”, decían en casa. Resulta que yo había envuelto la llave con una tela y la había guardado en algún lugar, en un algún cajón”. Un doble escondite.

El cuerpo no solo se intuye bajo las telas en su verticalidad, sino que varias veces se muestra parcialmente: una pierna, un brazo, la cabeza.

Por momentos la escena registrada parece evocar -aunque sin el componente siniestro- el célebre cuento de Cortázar “No se culpe a nadie”, en el que el protagonista queda fatalmente atrapado en un pulóver.

-¿Por qué convocás artistas como modelos?

-A mí me encanta trabajar con otros artistas. Son mis pares, mi mundo, mis amistades. Es una manera de compartir y de conocer mejor al otro: ver la mirada, (lo que otros ven y tal vez yo no veo), o cómo se mueven, la interacción. Todo eso me enriquece. Al mismo tiempo, el tipo de propuesta y participación que les pido logra que hagan cosas que no suelen hacer. Porque no les estoy pidiendo que vengan a pintar o dibujar. Les propongo otra cosa y se prestan con alegría. Las fotos y el video, son el resultado.

-Las y los artistas que usás como modelos están tapados por las telas y nadie resulta reconocible. ¿Cómo se juega el tema del ego?

-Yo trabajo mucho con la cuestión del ego. Esa cosa de taparse. Hacemos como una especie de terapia (risas). Y más allá de lo egocéntrico del artista (que yo también tengo), busco encausar ese ego en la realización de la obra, para lograr que funcione en lo que quiero hacer. Acá no se trata de una competencia entre artistas. Y esta actitud resulta positiva para las performances y el registro fotográfico. Mis pares se entregan a esta experiencia. Las cosas fluyeron de tal modo que cuando decidí terminar esta serie, había artistas que me llamaban para formar parte de la experiencia y no quedar afuera. Por otra parte, desde hace treinta años hago cosas con artistas; los invito a trabajar de otra manera. Por ejemplo cuando los convocaba para el día de los muertos.

El verde que la artista utiliza tanto como fondo en las fotoperformances; como telón y decorado en la exposición, parece una puesta en escena de la técnica audiovisual del croma. El croma es una técnica común en el cine, la televisión y la fotografía, en la que se trata de extraer -con la computadora u otros dispositivos- un color de una imagen y reemplazar la zona que ocupaba ese color por otra imagen.

“Para mí -explica Pastorini- este verde tiene que ver con las perfomances de encierro que durante la pandemia transmití por las redes sociales. Al editar videos con el croma, me fascinó. Y además, el verde tiene mucha energía, resalta a todos los demás colores, siendo al mismo tiempo neutro. Es un color que uso desde los años ochenta”.

* En Colección Fortabat, Olga Cossettini 141, Puerto Madero, de jueves a domingo, de 12 a 20, hasta fin de año.