Los cambios drásticos en las políticas públicas orientadas a la ciencia y la educación a partir de la llegada al poder de Mauricio Macri, sus posibles consecuencias y sus eventuales alternativas son los temas que se desgranan en Educar para el mercado (Editorial Octubre), una colección de artículos compilada por el ex ministro de Educación Daniel Filmus, que en estos días, además, encabeza la boleta de candidatos a diputados nacionales por Unidad Ciudadana en la Ciudad de Buenos Aires. PáginaI12 dialogó con el sociólogo y con dos de las autoras que participan del libro, la decana de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), Graciela Morgade, y Sandra Carli, una de las mayores especialistas del país en universidad pública.

–¿Creen que la agenda científica y educativa caló más hondo en esta campaña que en ocasiones anteriores?

Filmus: –Hubo un momento de inflexión que fue a fin del año pasado. Ahí también es cuando surgió la idea del libro. En ese momento estaban tomados al mismo tiempo el Ministerio de Ciencia y el Ministerio de Educación. El de Ciencia, porque a 500 investigadores que ya habían cumplido todos los requisitos y ya tenían sus lugares esperándolos no se les permite acceder a su trabajo en el Conicet; y el de Educación, porque se tiraron abajo todos los programas nacionales e incluso se quiso tirar abajo el Instituto de Formación Docente. Eso se profundizó este año cuando el Gobierno destruyó la paritaria nacional docente, a pesar de que el año pasado había sido exitosa, y al mismo tiempo la comisión que iba a encargarse de dar una respuesta a los investigadores excluidos del Conicet no dio ninguna solución. Ahí quedó negro sobre blanco que hay un ajuste presupuestario en ciencia, tecnología y educación. Por eso decidimos escribir este libro para ayudar a dar un debate contra lo que plantean las políticas neoliberales, que buscan enfocar la educación, la universidad y la ciencia y la tecnología hacia el mercado, cuya característica principal es que fragmenta y desiguala cada vez más a la sociedad.

Morgade: –A fines de 2016 y comienzos de 2017 se llevó a cabo un desmantelamiento de programas y proyectos cuyos efectos comienzan a verse ahora. El sector docente siente que faltan proyectos de capacitación, que ya no hay instancias de apoyo, que no llegan las netbooks.

Carli: –Y no sólo pasa por las medidas, sino que también hubo por parte del Gobierno un discurso público de impugnación a los docentes, de descalificación y deslegitimación, y lo mismo sucede con los científicos. Cuando fue el conflicto por el ajuste a los ingresos en el Conicet, surgió una campaña de descalificación con los llamados trolls para deslegitimar la investigación científica. Eso también genera mucha inquietud en la comunidad.

–¿Qué rol cumplen las corporaciones (Iglesia, ONG, empresas privadas multinacionales) en este proceso de vaciamiento que ustedes denuncian?

Carli: –Hay una entrada de la educación en el mercado mundial de negocios, es decir considerar a la educación ya no como un servicio público o como una política estratégica nacional, sino que participe en un mercado donde está sujeta a la oferta y la demanda internacional. Ese cambio de paradigma es el más tremendo y el más fuerte respecto de períodos anteriores, inclusive en comparación a los años 90. Hay corporaciones internacionales interesadas en convertir la educación en un negocio, interviniendo en distintos países con los mismos parámetros, desconociendo las particularidades del desarrollo de cada sistema educativo y las expectativas de la sociedad respecto de la educación. Hay multinacionales que colaboran entre comillas con la evaluación de las políticas educativas y luego te venden la receta para mejorar los resultados que ellos mismos ponen...

– Como el FMI...

Filmus: –En el libro planteamos que en la privatización de la educación existen dos modelos. Uno es el clásico, en el que el Estado vende parte del sistema educativo directamente, como hizo Chile, por ejemplo, en la época de (Augusto) Pinochet. La tradición de la escuela pública en la Argentina es tan fuerte que ese sistema acá no funciona, genera una resistencia enorme. Pero hay otro modelo que es la privatización no “de” la escuela pública sino “en” la escuela pública, en el que se van tercerizando funciones en empresas privadas y ONG que reemplazan al Estado. Esa es la famosa “gestión empresarial” de la educación pública, que tanto le gusta al ex ministro Esteban Bullrich. Él se definía como un gerente de recursos humanos y usaba conceptos como “productividad” o “management”. Además, la privatización no es la única forma de achicar el sistema educativo. Hay otro mecanismo que es el desplazamiento del Estado nacional al Estado provincial, como ya se hizo en los 90. La desaparición de los programas nacionales va en ese sentido, con temas como la educación sexual o el programa Conectar Igualdad. La destrucción de la paritaria federal también tiene que ver con esto: que no exista un proyecto educativo nacional sino un montón de proyectos más pequeños.

–¿Qué mensaje político leen en la designación de Bullrich como principal candidato en el distrito electoral más importante?

Filmus: –Creo que tiene que ver más con una cuestión de la interna del PRO que con la educación. Pusieron a alguien que consideran que si llega a triunfar no va a ser competitivo para la Presidencia. Por eso, no va Lilita Carrió ni ninguna otra figura de relieve.

– ¿Creen que Bullrich es candidato a pesar de su gestión en el ministerio y no por ella?

Morgade: –Sí. Creo que hubo en un primer momento un intento del Gobierno de elegir a sus antagonistas, con un discurso muy fuerte contra los sindicatos docentes, que se destaca incluso sobre el discurso antilaboral. El Gobierno tensó todo lo que pudo pero, después de que (Roberto) Baradel ganara las elecciones del Suteba, tuvo que ceder, porque la jugada le salió mal.

–¿Y cómo evalúan el rol de Lino Barañao, ministro de Ciencia y Tecnología con CFK y también con Macri?

Morgade: –Barañao permaneció en su lugar con el argumento de defender el proyecto que se venía desarrollando, que no iba a aceptar ajustes, que iba a defender el programa Argentina 2020. Y no lo hizo. No pudo hacerlo y la pregunta es por qué se queda en ese cargo. O si fue cambiando su perspectiva y finalmente se acomodó a un proyecto político distinto. Pero para mí, este proyecto político es de dependencia y por tanto incompatible con un plan de desarrollo en ciencia y tecnología.

– ¿Consideran que el Gobierno tiene un plan para ciencia, tecnología y educación, por más que esté en las antípodas ideológicas del que ustedes sostienen, o directamente carece de un plan?

Carli: –Hubo un discurso del Presidente en el que habla del investigador que debía convertirse en un empresario. La asociación entre investigador y empresa marca una perspectiva en ese sentido.

Filmus: –Evidentemente, hay pequeños sectores de la Argentina que pueden necesitar ciencia y tecnología en el modelo del gobierno nacional, concentrado en el servicio del mercado y no para resolver los problemas de la gente. Es un modelo vinculado a lo que ellos llaman “el aumento de la productividad”. Estamos hablando de una productividad espuria, que no va a generar más capacidad ni conocimiento ni valor agregado, sino que aspira exclusivamente a apuntalar al sector primario, algo que está en muy pocas manos.

Carli: –También hay que mirar el papel del ministro de Modernización. Pensar el achique de los ministerios de Educación y de Ciencia en el contexto del plan para el Estado que encabeza Andrés Ibarra.

Filmus: –En Brasil, el primer ministerio que cerró el gobierno de (Michel) Temer fue el de Ciencia y Tecnología. En España, cuando hicieron el ajuste, lo primero que cerraron fue el Ministerio de Ciencia y Tecnología...

–Los científicos y académicos son importantes en el armado de Unidad Ciudadana y varios son candidatos. ¿Qué podrían aportar desde el Parlamento?

Carli: –La convergencia de científicos, figuras con recorrido en la universidad y referentes de sindicatos docentes es una buena estrategia para instalar en el Congreso los temas de ciencia y tecnología, universidad, educación, con una politización fuerte de esas agendas.

Filmus: –Yo creo que el tema plantea un debate sobre el eje central: ¿qué tipo de modelo va a tener la Argentina y qué tipo de competitividad? Si vamos a ser competitivos bajando salarios y deteriorando las condiciones de trabajo para tratar de competir por costo laboral bajo y explotación ambiental, o si vamos a buscar la competitividad a partir de un proyecto que apunte al desarrollo científico tecnológico aplicado para generar una ciudadanía altamente calificada que pueda añadir valor agregado partiendo de la educación y de la capacidad de innovar.