La economía argentina transita por un sendero económico complejo. Al crecimiento económico, las exportaciones récord, la reducción del desempleo y la pobreza (aunque aún en niveles superiores al segundo semestre del 2019) la acompañan la escasez financiera de divisas y el ingreso a un régimen de alta inflación que reduce el margen de acción gubernamental, deteriora salarios y genera inestabilidad.

Las causas externas como la recesión provocada por la pandemia o la inflación impulsada por la guerra entre Rusia y Ucrania, se inscriben en un contexto local que tiene como hito excluyente, en el corto plazo, el desastre provocado por la última experiencia neoliberal que provocó una caída de los salarios, aumento de desempleo y pobreza, inflación del 50 por ciento, recesión y endeudamiento récord por monto y plazo, y cuestiones estructurales del desarrollo como la restricción externa o el sesgo bimonetario de la economía argentina, entre otras.

En este contexto se escuchan las voces, multiplicadas por los medios de comunicación con intereses afines, de economistas neoliberales- de los viejos y los nuevos- que, en un ejercicio distópico de amnesia colectiva, se “olvidan” de lo sucedido en los cuatro años del gobierno macrista y vuelven a la carga con las mismas recetas recargadas: flexibilización laboral, apertura económica, desregulación del tipo de cambio y del flujo de capitales, privatizaciones y reducción de impuestos.

Resulta imprescindible hacer memoria. En tiempos en los que la modernidad se hace más líquida, aún más de lo que había anticipado el sociólogo Zygmunt Bauman, en los que los argumentos e intereses sectoriales se ocultan detrás de la manipulación de las emociones, las fake news, los discursos del odio y los videos de un minuto en las redes sociales, se necesitan “algunos sólidos”, hechos y datos. Se trata, como suele mencionar el Director General de Escuelas de la provincia de Buenos Aires Alberto Sileoni, de discutir ideas, un poco menos la cosas y nada las personas.

A principio de año, la Secretaría de Derechos Humanos de Nación organizó la muestra “Neoliberalismo Nunca Más” en las instalaciones Espacio Para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos (ex ESMA). Dirigentes opositores que implementaron políticas neoliberales como funcionarios, y quienes no habiendo sido gobierno militan por su vuelta y profundización, visitaron la muestra para denostarla, llegando incluso a denunciar penalmente a Horacio Pietragalla Conti, secretario de Derechos Humanos de la Nación, por malversación de fondos públicos e incitación al odio. Una diputada de Juntos por el Cambio llegó a enviar una carta de denuncia a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

¿Por qué la muestra generó tanto malestar en la oposición? ¿Por qué dirigentes que sostienen que el neoliberalismo no existe judicializan la iniciativa y sienten que es un discurso que debe combatirse activamente?

Hechos, datos y relatos: discutir las ideas.

En el mundo líquido del presente, los relatos y las posverdades navegan sin miedo a encallar en las rocas de los argumentos y debates de ideas. Es allí donde se puede gritar a los cuatro vientos sin sonrojarse (y a sabiendas de que nadie repreguntará más de lo estrictamente necesario) “se robaron un PBI” o “el gobierno de Cristina se endeudó más que el de Macri”. A partir de allí, comienza a rodar la pelota, y ya no habrá lugar para otra cosa que una legión de usuarios de redes sociales que, amparados en un infranqueable “yo lo siento así” reproduzcan acríticamente lo peor de los “sentires comunes”.

La muestra propuesta por la Secretaría de Derechos Humanos es lo contrario. Es un espacio de pausa, de reflexión, que invita al diálogo profundo. Historiza, con hechos, argumentos y datos, precisamente aquello que el neoliberalismo pretende invisibilizar: las nefastas consecuencias que las políticas neoliberales tienen para las clases populares y su vínculo con los derechos humanos.

En la Argentina el neoliberalismo llegó de la mano del terrorismo de Estado en 1976 y tuvo sus experiencias democráticas con el menemismo/alianza (1989-2001) y con el último gobierno macrista (2015-2019). Si tomamos como punto de partida la sociedad argentina que pudo construirse en el marco de la consolidación de los Estados de Bienestar de mediados del siglo XX, todos los proyectos neoliberales provocaron, sin excepción, aumento de la deuda externa y la dependencia, aumento del desempleo y la pobreza, y caída de los salarios reales. Como en economía nada desaparece, la contracara fue un crecimiento de la desigualdad y concentración de la riqueza.

Basta con recorrer la evolución de cuatro variables en estos momentos para dar cuenta de ello. La deuda externa sobre el ingreso nacional bruto pasó de representar el 10,7 por ciento durante el estado de bienestar de 1974 a 55 por ciento en 1982 durante la dictadura militar. En el 2002 tras el menemismo y la Alianza trepó a 159,89 por ciento para bajar a 30,41 por ciento en 2015 durante el kirchnerismo. En el ultimo periodo neoliberal (el macrismo) subió a 56,31 por ciento. El desempleo aumentó de 3,4 por ciento durante el estado de bienestar de 1974 a 4,6 por ciento en 1982 durante la Dictadura Militar. En el 2002 tras el menemismo y la Alianza trepó a 17,8 por ciento para bajar a 6,6 por ciento en 2015 durante el kirchnerismo. En el ultimo periodo neoliberal (el macrismo) subió a 8,9 por ciento. Todas las variables mejoran sustancialmente con el proyecto nacional, popular y reconstitutivo del Estado de Bienestar que representaron los tres gobiernos kirchneristas.

Democracia, derechos humanos y neoliberalismo

El rechazo de las y los dirigentes opositores neoliberales- libertarios incluidos- a la muestra tiene un fundamento aún más profundo que el ocultamiento de las consecuencias económicas de los proyectos neoliberales. La propuesta de la Secretaría de Derechos Humanos deja en claro el vínculo que existe entre los derechos humanos y los proyectos neoliberales.

Los derechos humanos antes que derechos son procesos, es decir, el resultado siempre provisional de las luchas de los seres humanos para acceder a los bienes necesarios para la vida como la libertad, expresión, educación, vivienda, alimento, cuidado, confesión religiosa, etc. Partiendo de las desiguales posibilidades de acceso a los bienes y de la búsqueda de una vida digna para toda la humanidad, el propósito de los derechos humanos es el empoderamiento de las personas y grupos, dotándolos de los medios e instrumentos necesarios para que, plural y diferenciadamente, puedan luchar por la vida digna. En estas luchas, el Estado no es neutral, sino que es el encargado de su promoción y defensa. Los Estados deben promover los Derechos Humanos y tienen la obligación de garantizarlos y, en consecuencia, son quienes pueden también violarlos por acción u omisión.

Los proyectos neoliberales, en términos de derechos humanos, provocan una doble exclusión. Por un lado, las consecuencias económicas acrecientan las dificultades de las clases populares para acceder a los bienes necesarios para la vida digna mientras que el alto desempleo y el ataque a la sindicalización y la política disciplina, a través del miedo, a las y los trabajadores. Por el otro, la destrucción del Estado de Bienestar deja de lado el reconocimiento y garantía de derechos exacerbando la función represiva (llegando incluso al terrorismo de Estado) como único camino para la tramitación de los conflictos sociales.

Parafraseando a Rodolfo Walsh podemos decir que los proyectos neoliberales procuran siempre que las y los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas. La muestra Neoliberalismo Nunca Más es un intento desde el Estado para reconstruir esa historia.

(*) Docente ISFD Nº41. UNLZ FCS (CEMU)

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