Guillermo se despierta un día de fines de 2021 y ve un montón de gente que lo rodea. Hay un escritorio custodiado por un granadero. Ministros y asesores dominan ese cuarto que, además de ser su habitación, funciona como despacho. Aquino amanece presidente y no lo sabe. Las escenas posteriores van construyendo el estado de situación del país que gobierna a través de sus propósitos y sus conflictos, de sus crisis y sus absurdos. La oposición se expresa en su máxima vehemencia y el relato se tensa sobre relaciones tan intensas como tóxicas. No queda claro en quién confiar y en quién no. Todo parece un delirio. O no.

La obra se llama Guille Aquino Presidente, estira el formato de El Sketch a una hora frenética y significa el regreso del humorista y su crew a la palestra tras un 2021 de silencio. Se puede ver por streaming vía Alternativa Teatral desde el 26 de diciembre. Iba a quedar solo una semana, pero la demanda colapsó el sistema y obligó a mantenerlo al menos hasta fin de enero.

► 40 Aquinos ahí en el piso

Antes de que Guillermo Aquino fuera el humorista multimedia Guille Aquino (que convierte en éxito todo lo que piensa, guiona, produce, actúa y edita), pensó una idea que inicialmente lo cebó mucho: "La trama de un chabón común que, de repente, es el presidente, con toda esa lógica de tener que enfrentarse al poder real y estar completamente sobrepasado por la responsabilidad".

Primero la imaginó como una obra de teatro, el ámbito en el que se manejaba. "La empecé a escribir hace quince años. Después la abandoné, aunque el tema andaba siempre por ahí", dice. En esa década y media pasaron su ingreso a la TV como guionista y productor, apariciones frente a cámara con una máscara (Paco Cambiasso), la explosión de El Sketch en un formato que atravesó distintas plataformas hasta emanciparse, y un 2019 consagratorio entre la viralidad del contenido y varias funciones de Antisocial, su apuesta teatral.

Es decir: Guille Aquino haciendo de sí mismo, o de personajes que bien podrían ser él mismo. El formato, sostenido por un elenco afilado, funcionaba bien. Equipo que gana no se toca. Y tampoco había necesidad de cambiar la jugada. Nada más lejos de eso que hacer de presidente. Hasta que llegó 2020.

"A mediados de febrero empezamos a sacar sketchs. Veníamos de un año haciendo uno por semana, además de Antisocial, y nos parecía imposible hacer otro año a ese ritmo. Igual lo estábamos intentando: sacamos cuatro hasta el comienzo de la cuarentena. Cuando llegaron las restricciones, lo vi genial: todo lo que había que hacer se suspendió. No hay nada más lindo para mí que, cuando estás por ir a un lugar, te llamen para avisarte que se suspende. Ahhh… qué placer. Pensé que ese relajo nos iba a venir bien a todos."

Así y todo, ese año Aquino llegó a hacer más de diez sketchs, entre ellos el demencial 40 Guillermos: a menos de un mes de la cuarentena, y en un estado de restricción social total, el actor representa en menos de siete minutos cuatro decenas de personajes. En su casa, el mismo lugar donde edita todo lo que vemos.

► Googlee y vuelve

Pero así como pisteó el primer año de la pandemia como un campeón, 2021 trajo silencio: en todo ese período, la pregunta "¿Qué pasó con Guille Aquino?" registró mas de 300 mil búsquedas en Google.

Hasta la última semana de 2021, lo único que había mostrado en el año eran pedazos de algo que no se terminaba de entender: algunas madrugadas, sin preaviso, el actor tiraba vivos desde su Instagram con escenas de lo que recién el 26/12 supimos que era un sketch de una hora vía streaming. El estreno condensa -y explica- todo el trabajo silencioso que trajinaron desde enero, cuando él y su gente decidieron recluirse para hacer un proyecto que imaginaban más sencillo de lo que fue.

Habían comenzado 2021 con entusiasmo y manija, porque apareció algo distinto que le daba respiro al formato galopante de siete minutos semanales: un contenido filmado, pero más largo y complejo. Y que, por ende, daba más tiempo para trabajar, despojándose por un momento de la necesidad de hacer humor sobre la agenda cotidiana. Como una obra teatral pero con la interfaz de una película y la intensidad de El Sketch. Aunque a Aquino no le calentaron las etiquetas: "¿Era posible mantener esa velocidad durante hora hora sin que se caiga, sin que parezca burdo, sin que muerda la banquina?".

"Cuando empezamos a tirar las ideas para hacer ese laburo, salió la del presidente casi al toque. 'Che: ¿y si soy el presidente, y todos los personajes componen el gabinete? ¡Nosotros mismos tratando de gestionar el país!' Inmediatamente nos reímos. Pero, a la vez, vimos que no había otra que la superara. Es una premisa que atraviesa todos los temas posibles, entonces eso servía como una excusa para hablar de cualquier cosa", dice Guille.

"Pero cuando esa idea se nos metió en la cabeza y no la pudimos dejar ir… nos dimos cuenta de que era imposible ejecutarla. Desde el guión, la producción, todo. Había un montón de formas de encararlo. Flasheamos una súper peli de cuarenta millones de dólares. Después nos dimos cuenta de que no los teníamos ni los íbamos a tener. Y quedó trabada. Hasta que encontramos la salida: todo se iba a tener que sostener a través de guión y del diálogo. Que, al fin y al cabo, era lo mejor que teníamos a nuestro favor."

El trabajo para llegar a Guille Aquino Presidente ocupó todo 2021, aunque con dudas y varios agujeros negros. "A finales de enero empezamos a escaletearlo y pensarlo. Pero cuando por abril pegó la segunda ola, fue una gran verga. Nos arruinó todo: diez personas en una habitación era una locura. Ahí parecía que moría. Lo abandonamos varias veces. En un momento, a mitad de año, llegó a estar prohibido decir la palabra 'presidente'. Nos pusimos a escribir cosas completamente distintas. Como seis o siete sketchs nuevos que están buenos, y que creo que en algún momento saldrán."

Finalmente, en septiembre las dudas se hicieron a un lado y encararon sin marcha atrás un rodaje que duró dos meses y se concentró en un hallazgo de último momento: una habitación del Hotel Savoy. Esa es prácticamente toda la locación en la que transcurre la hora del especial: "La idea es que todo funcione en tiempo real para darle un sentido de urgencia, como si estuviera por explotar una bomba en cualquier momento. Eso permitió hacerla episódica, aunque el desafío más grande del guión es que eso no la fragmente. Todo es parte de una historia que comienza, transcurre y termina".

"Jugamos un poco con el género 'presidente'", se convence Guille. "Intriga política, pero vista desde una oficina. Salvando las distancias, la referencia es un poco Doctor Insólito: hay una crisis mundial, pero el 90 por ciento de la película pasa en la habitación con un grupo de personas hablando alrededor de una mesa."

► Se siente, se siente

Más allá de las ineludibles referencias de actualidad, Guille Aquino reconoce que después de verlo varias veces se dio cuenta de que el personaje quizás habla más de él que de un presidente. "Es una figura que uso como excusa para poner cosas mías, personales, e ir filtrándolas de a poco. También la idea era que el sketch hable de este presidente o de cualquier otro, y que pueda ser visto dentro de cinco años y siga funcionando."

Además, en este especial Aquino se lanza a abandonar ese suerte de zona de confort del formato sketch en la que siempre ocupaba el rol de "fiscal moral", como reconoce: "Estaba acostumbrado a hacer del 'hombre común', ese tipo que puede comentar sobre todo pero nunca tiene las manos sucias. Entonces la idea fue llevar ese personaje al lugar que siempre criticaba. ¿Qué haría en esa situación?".

"En El Sketch, la gracia era que no tenías el poder. Nunca hicimos esa sátira. Si hacés del presidente, lo tenés que resolver bien, al menos en términos artísticos. Buscamos que sea creíble, pero también llevándolo a un lugar terrenal, para que todos los personajes sigan sosteniendo su esencia".

En ese libre juego entre realidad y ficción aparece una decisión artística propia del cáustico humor aquinesco: "Si, de repente, emerge en cierta parte de la sociedad un pensamiento acerca de que la política es sucia y corrupta, ok, vamos a servírselo en bandeja. Así surge la construcción del gabinete, pensando en el peor que podría tener un presidente. No tengamos miedo, estamos haciendo comedia".

Guille sostiene que en Argentina siempre va a ser delicado "hacer de presidente", así que "hay que estar a la altura". Una de las claves fue "liberarse del preconcepto de elaborar 'el mejor' análisis sociológico sobre Argentina". Y la salida, como siempre, estuvo por arriba. En el vuelo humorístico: "2021 fue un año tan intenso que el guión fue reescrito a medida que filmábamos, porque siempre aparecía algo que te superaba. Finalmente, decidimos simplemente hacer algo divertido que también se base en los personajes. Y que tenga una bajada humana, más cotidiana, no exclusiva de las suspicacias del poder".

► Alta tensión

Ese costumbrismo es el que justamente hace crecer el personaje de Lucía Iácono, la actriz que, sin ser actriz, se consolidó como indispensable némesis principal de Guille Aquino. La que rompe todo protocolo de corrección política para darle sentido a esa dialéctica humorística en la que el bien y el mal se interpelan de manera mutua y constante.

"Ella es, para mí, lo mejor del sketch. Por eso, ni bien salió la idea, una de las primeras preguntas que nos hicimos fue: 'Y Lucía, ¿qué es?'. Estaba claro que tenía que ser una parte importante. Obviamente, por una cuestión coyuntural, nos tentamos de convertirla en vicepresidenta", reconoce Guille.

"Pero después se fue creando la idea de que representara a la oposición. Y, cuando empezamos a construir la relación que estaban manteniendo ellos, lo llevamos a un terreno como de ex novia. No quiero decir que las ex parejas se relacionen así, pero todos tal vez tienen un personaje ahí, en su vida."

--¿Un enemigo con tensión sexual en pleno despacho presidencial?

--Tal cual. Creo que ya la cuestión de enemistad trae implícitamente una tensión sexual. No me pregunten por qué, pero hay algo ahí que puede pasar de la violencia a un beso. La línea argumental es sobre la relación entre los dos, unos frienemies que se unen para zafar, pero a la primera se pueden soltar la mano, clavarse un puñal por la espalda. Trabajan juntos, pero viendo quién va a cagar a quién. Cuando parece que está todo bien, el otro agita. La historia es cómo se resuelven los antagonismos. El cierre es muy abierto: no sé si es bueno o malo. ¿Ganamos? ¿Perdimos? ¿A quién le fue bien o a quién mal? ¿Qué pasará en el futuro? ¿Es un final triste? ¿Es uno feliz? La respuesta: es un final, y ya.