"…Toda experiencia histórica confirma la verdad de que el hombre no hubiera obtenido lo posible si no hubiera pugnado una y otra vez por alcanzar lo imposible…" Max Weber

 

 

Se levantó y miró. Pero pudo ver esta vez. Se pregunta si podrá superar el miedo. Si lo atacarán mucho. Si la academia será benévola con él, un protestante demócrata que analizará al capitalismo. Un sospechante de una modernidad sospechada y cuestionada. Max Weber dirá, con convicción laica al fin, de que no hay conocimiento objetivo ni totalizante que abarque la infinita realidad. Toda una contradicción. Todo conocimiento está subjetivado. Weber, un insurgente, se levanta contra todo el iluminismo, contra todo el positivismo. Dirá: no todo entra dentro del cálculo y la utilidad cartesiana. Hay pasiones, visiones y percepciones que navegan la realidad y que cada uno establece el puerto donde anclarse. No hay totalidades objetivadas, sólo y solamente subjetividades que atraviesan materialidades. Criticará con respeto a Carlos Marx y al marxismo; y dirá que no alcanza con la lucha de clases para captar la realidad. No titubeará en reconocer lo dicho por Bronstein, que sí, que lo que caracteriza al  Estado es la tenencia  del monopolio de la violencia.

Pondrá en evidencia la jaula de hierro, la burocratización y la burocracia del Estado y de las mentes. Todo ello bajo el influjo del cálculo, la utilidad y la ganancia que prima en el sistema de la modernidad. También expondrá las fuentes del poder y su estructura organizacional. Poder emergente del carisma, la tradición y la ley, entre otras génesis. Observemos, así, las constantes weberianas del poder y de la subjetividad que atraviesan a todas las instituciones, de distintas maneras en el capitalismo real y en todo sistema. La radicalidad de Weber reside en la subjetividad del que actúa y del actuado. Él, que leyó a Hegel, a Marx y a Nietzsche; se levantará sobre sus huesos y enarbolará la subjetividad por encima de la materialidad. Sólo una nueva subjetividad podrá transformar una caduca materialidad. Las condiciones subjetivas transforman las condiciones objetivas. El Rosariazo del Mayo nuestro de 1969, nos indicará que fue con una situación económica objetiva por lo menos favorable y no de hambre, donde se produjeron grandes manifestaciones populares. Se necesita una nueva subjetividad para una nueva materialidad. Desde ésa perspectiva, la del desencanto y el cuestionamiento  weberiano, se va a permitir cuestionar la falta de vida saludable en las organizaciones, instituciones o entidades de funcionamiento social. Una gama de relaciones, disrupciones, tensiones, alegrías, iras, amor, solidaridades, envidias, individualismos, paz y violencias atraviesan a las distintas organizaciones públicas y privadas. ¿Cómo logramos romper con la jaula weberiana del cálculo, la utilidad y la burocracia de toda vida?  ¿Se podrá abrir la jaula weberiana? ¿Podrán existir organizaciones de toda índole, donde se pueda armonizar el conflicto? ¿Se podrá lograr el conflicto sin violencia? En definitiva, ¿se obtendrá que la burocracia de toda entidad pública o privada genere nuevos modelos de gestión de conflictos, demandas y desarrollos basados en consensos saludables y democráticos?

¿Será posible que la vida de las personas pueda ser vivida en las distintas organizaciones y entidades de la sociedad? ¿O seguirá todo como ahora que muchas veces la gente se aliena y se desconecta de su "vida" para estar en trabajos insoportables?

Se debe terminar con las organizaciones de trabajo que discontinúan la vida de las personas. Es imposible, aunque weberianamente muy posible el cambio de paradigma. Para ello, se requiere de mucha intervención del Estado con políticas públicas de denoten justicia social y ambiental.

Weber en La Etica Protestante y el Espíritu del Capitalismo, señala entre otras cuestiones, la finitud de nuestras existencias ante la eternidad planteada por la realidad. Logra de algún modo cuestionar por donde pasa nuestra biología cuando estamos muchas horas en un hostil puesto de trabajo.

Es de noche, la cena lo aguarda, cuentan los que lo conocen, la exactitud de sus tiempos, sabe y lo sabe bien de su finitud. Relatan también que siempre cenaba cuatro huevos fritos con carne y cerveza. Todas las noches. ¿Habrá creído que repitiendo el rito de ésa comida retenía el pasaje de su biología? No lo sabremos.

Incorporó en sus clases universitarias textos de Carlos Marx como así también los planteos de las formas de George Simmel.

Weber, el insurgente, superó al iluminismo y al positivismo, describió e interpretó al poder político. Estructuró y politizó las subjetividades.

Así, la lucha de clases resultará ser la sana y potente envidia exteriorizada y actuada de muchas subjetividades. No hay transformación sino la siento, sino la concientizo en clave de voluntad de poder.

Por distintos caminos subió al podio de los grandes cuestionadores de la modernidad junto a Carlos Marx, Federido Nietszche y Sigmund Freud. Se han cumplido 155 años de su nacimiento y sigue vigente es aún. Mostrar las constantes de cualquier sistema y la relatividad de todo conocimiento han sido sus mayores legados. 

(*) Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales. Licenciado en Ciencias Sociales y Humanidades. Docente UNR