Cada dos por tres salen publicidades que viralizan -y visualizan- alguno de los tantos sesgos machistas. Esta semana le tocó a la marca Casio, que en su página de Facebook “Casio Calculators Global” publicó una publicidad de calculadoras rosa con la leyenda: “Queremos que las mujeres trabajadoras tengan una mejor experiencia al usar calculadoras que se adapten perfectamente a sus entornos de trabajo a través de un óptimo de usabilidad y diseños vanguardistas. Mujeres, Casio las seguirá apoyando a ustedes para que día a día brillen aún más en sus trabajos”.

Parecía fakenews pero no. Era cierto. La publicidad se viralizó en las redes, pasó a los diarios del mundo y sólo la rama División Educativa @CasioEdu de España en Twitter salió a disculparse a diciendo “lamentamos la publicidad de nuestra marca que ha salido publicada y nos unimos a su desaprobación y aclarando que lleva casi un año trabajando en un proyecto para visibilizar a científicas “que verá la luz en breve”. En la página global sólo borraron la publicidad y dejaron una donde hombres y mujeres parecían ser igual de inteligentes. 

No sólo el equipo de marketing de la marca de calculadoras piensa así: lo hacen las escuelas, las empresas y las universidades. En Argentina, si bien creció en un 38 por ciento la cantidad de mujeres que estudian en la UTN, sólo representan un 20 por ciento del total de inscriptxs, duplicando la cantidad que había en el 2005. En la sede de Medrano, según datos de la Secretaría de Políticas Universitarias de la Nación, la carrera de ingeniería era cursada por 2783 mujeres en el 2018, lo que representa un 17,4 por ciento del alumnadx. 

En las otras universidades nacionales, y del mundo, el porcentaje se mantiene igual. 

María Teresa Garibay es decana de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y confirma la tendencia: “Sólo dos de cada diez estudiantes de las carreras de Ingeniería en Argentina son mujeres”. Ni hablar de directoras o decanas. Garibay es la primera -y única- decana en los cien años de la facultad. Asumió la gestión hace tres años y si bien no tienen un departamento de género, sí conciencia de que el problema comienza en la escuela primaria: “Hay muy baja participación de mujeres en tecnológicas. Hoy se está incentivando a que las mujeres no piensen que no sirven para las matemáticas o áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Desde que soy decana, una de las cosas que aprovecho cuando hay entrevistas es promover que se estudie Ingeniería y crear mejores condiciones para que las chicas se sientan más contenidas”. Una de las estrategias que adoptarán este 2019 es implementar un sistema de mentoría entre pares: “Que chicas ingresantes puedan tener una referente que esté en tercer año de su misma carrera para que se sientan contenidas”. 

La historia de la UNR es similar a la de otras ciudades. Nació en 1920 bajo el nombre de Facultad de Ciencias Matemáticas, Fisicoquímicas y Naturales aplicadas a la Industria y recién hacia 1950 surgen rastros de mujeres en la facultad. “La presencia femenina en Ingeniería es prácticamente inexistente y en las diferentes variables analizadas a lo largo de este capítulo, la participación masculina es por oposición abrumadoramente mayoritaria” indica María Fernanda Lorenzo en su libro Que sepa coser, que sepa bordar, que sepa abrir la puerta para ir a la Universidad, analizando el desarrollo profesional en Argentina entre 1940 y 1965.  Según el Instituto de Estadística de la Unesco, las mujeres constituyen sólo un 28 por ciento de lxs investigadores existentes en el mundo. 

Por todo esto, Casio decidió que estaba bien crear una calculadora rosa para que las mujeres brillen más en sus trabajos. Les faltó aclarar que no iban a ser en mandos directivos porque el techo de cristal y el machismo están a la orden del día tanto en 1920 como en 2019.