La actividad del director y dramaturgo Walter Operto se encuentra en uno de sus puntos más fructíferos, combinando entre otras tareas las de coordinador, programador de dos salas locales, responsable de la dirección teatral y la dramaturgia propia en algunos espacios que han conseguido el aval de un público que sigue de cerca las propuestas de este notable creador local.

“En mis comienzos había reglas establecidas que venían de muchos años atrás, y por el cual el director dirigía, el actor actuaba, y el autor escribía; sin embargo ya en los ‘60 comenzaban a aparecer las ‘creaciones colectivas’, donde los actores tenían un rol más activo, y sus opiniones llegaron a tener más peso en la construcción global de los espectáculos”, dice Operto a Rosario/12.

Como ejemplo de aquellas creaciones, el creador cita su propio y emblemático texto Ceremonia al pie del obelisco (1971), con dirección de Raúl Serrano, que había comenzado a desarrollar un año antes en un taller de “teatro político” en el Teatro Payró por iniciativa del director Jaime Kogan.

“En la década del ‘80 mi pasión por el teatro me llevó a saltar la cerca del autor y comencé a dirigir algunas de mis obras descubriendo que la dirección es una segunda o nueva escritura que el director hace sobre el texto de otro, y agregué mi apasionamiento por el teatro: el ingrediente de la dirección”, explica el autor de La bicicleta, El pintor de la utopía y La ideología.

Operto es el director y coordinador de la sala La Nave, que cuenta con el apoyo de la Asociación Bancaria de Rosario, lugar donde se sitúa este espacio que ha logrado conformar un público propio.

“Todos los últimos espectáculos estrenados se representan en La Nave (un espacio posible de cultura y reflexión, gracias al compromiso y generosidad de la Asociación Bancaria de Rosario), y otros en Odiseo, espacio que co-fundamos el año pasado con Federico Fernández Moreno y mi hija Natalia”, abunda Operto.

“Odiseo (San Lorenzo 1329) es un espacio de gran practicidad para nosotros y el público, ya que está a solo unos 30 metros de La Nave (San Lorenzo 1383), cuenta con sala de espera para espectadores, salas de ensayos, oficinas y dos salitas de trabajo actoral, una no convencional y otra a la “italiana”, con capacidades cada una para 45 espectadores”.

El director resalta el tema de los espacios pensados para los espectadores, donde lo confortable es prioridad.

- Uno de los grandes hallazgos en el teatro es el tema de la elección de las obras que monta todo director. ¿Qué indicios te llevan a esa selección?

- Esa misma pregunta se la hice una vez al director porteño Francisco Javier y la respuesta fue: ‘Elijo cuando siento que eso que dice el autor es también lo que yo quiero decir’. Es algo que comparto totalmente con este genial creador –responde Operto.

“A Cita a ciegas, por ejemplo, la elegí hará unos 15 años, escuchando su texto en una puesta en el porteño Teatro Cervantes, donde la calidad literaria aparecía como muy superior a las actuaciones. Esto hizo que por momentos largos yo optara por cerrar los ojos y concentrara toda mi atención en los diálogos”, devela el autor.

“Pienso que existen tres categorías de textos teatrales: los malos (por oscuros, burdos o triviales), los que tienen algún nivel de calidad, y los muy buenos porque a la calidad dramatúrgica le agregan algún plus como en el caso de Cita…, donde el desafío de la dirección consistió en despegar el texto del escenario para llevarlo hasta el espectador con toda su carga poética, existencial, humana y filosófica. Para conseguirlo había un solo camino: actuaciones convincentes y muy buenas; el público nos dice que lo conseguimos”, concluye Operto.

Estrenada en el 2016, la obra sostuvo a sala llena ya varias temporadas, demostrando que el público también premia y valora trabajos confeccionados  a pura teatralidad, donde no caben los halagos grandilocuentes que últimamente saturan las redes.

Con esta versión de Operto sobre el reconocido texto del dramaturgo porteño Mario Diament, actores y director confirman que no es necesario recurrir a los recursos del entretenimiento pasatista; aquí la duración de la obra (130 minutos) y la importancia del texto parecieran demostrar que todavía existen espectadores que pueden pasarlo bien sin controlar sus relojes y descubrir cómo un notable grupo de actores dirigido por una mano experta logra reubicar el concepto de espectáculo.

“En este año teatral tengo en escena además de Cita a ciegas que retorna a  La Nave los domingos a las 19.30, cinco producciones con mi dirección: Una mujer inquietante, de María Rosa Pfeiffer, Lúcido, de Rafael Spregelburd,( etornan en setiembre), Vacas sagradas, de Daniel Dalmaroni (Odiseo, los sábados a las 20), y mi obra Alicia Moreau, sueños tardíos”(La Nave, los viernes a las 19). Por suerte, los artistas con los que trabajo y el público que nos acompaña en cada función sienten la necesidad de tocar cada noche con estas mismas cuerdas y entonces el milagro de la creación y el arte teatral parecen cumplirse”, finaliza el creador.